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  • Teresa

Bodas que harán historia.

Empiezan a celebrarse, con precaución, las bodas que tuvieron que ser aplazadas por el confinamiento.


Si las bodas ya son románticas de por sí, ahora tienen un aliciente añadido: han tenido que superar muchos obstáculos para poder celebrarse. En esta época de incertidumbre, los novios no saben realmente cómo será su boda hasta el mismísimo día de antes. Pero, como dice esa Carta a los Corintios de San Pablo de Tarso que tantas veces hemos escuchado en las bodas de nuestros familiares y amigos, "el amor...cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites". Lo que está claro es que pasar por toda esta odisea hace que el amor de estos novios salga fortalecido y el día se su boda sea aún más mágico.


Ánimo a todos los que estéis sufriendo esta espera sin límites. Aquí os mostramos como fue la boda de Marina y José Luis, una boda de la nueva normalidad, especialmente interesante porque puede que haya venido para quedarse.


Marina y Jose Luis se conocieron hace 13 años en el colegio, y están juntos desde entonces. La pedida fue en Calpe, el día de su cumpleaños, cenando Jose Luis le sorprendió con un vídeo con fotos de todos aquellos años que habían pasado juntos y en el que le decía a Marina que había reservado la iglesia para poder celebrar su boda en el mes de marzo.


Pero sus planes, como los de muchos otros, se vieron truncados por la declaración de pandemia. Tuvieron que suspender la boda a pocos días de la fecha señalada. Todos, también sus familiares, lo pasaron mal, tantos preparativos, tanta ilusión perdida de golpe... todo su plan de vida, que estaban deseando comenzar, tendría que posponerse a saber hasta cuando. Pero pronto se sobrepusieron a la adversidad, decidieron cambiar la ubicación del enlace y buscaron fincas porque sabían que esta vez querían celebrar su boda al aire libre. En cuanto supieron que teníamos el 18 de julio libre reservaron en SiempreVerde. "La pandemia, dentro de los triste y catastrófica que ha sido, nos permitió finalmente celebrarlo en julio en el mejor lugar que se podía celebrar de Murcia y nosotros felices", nos comentaba Marina con, por fin, una sonrisa de oreja a oreja.



Marina llevaba un vestido de Antonia Conesa y peinado de Mas&Cot, pendientes prestados y zapatos regalados. Los anillos de casados eran de la joyería Trébol de Cartagena, donde también encargaron un detalle para los invitados muy singular y acorde con los tiempos que corren, mascarillas de lino en colores pastel con las iniciales de los novios bordadas.



De la cena se encargó Local de Ensayo Catering, una división del conocido restaurante Local de Ensayo que sale en la guía Michelín. Cumplieron a rajatabla todas las medidas obligatorias, y otras adicionales, para la lucha contra el Covid-19 entre ellas: separación de dos metros entre mesas, cóctel sentados servido en mesas sin que los invitados tengan que levantase, camareros con mascarillas, raciones individuales... El menú fue una auténtica maravilla y la boda estuvo llena de detalles como una estación de caldero, una barca de salazones y la cóctelería profesional de Jaime Bernabé.




La decoración de las mesas fue elegida por la novia entre las opciones que daba Mantelería y Menaje, una de las empresas más conocidas de alquiler de mobiliario para bodas de la Región. Los centros de mesa y el ramo son de la maravillosa floristería David de Sant y la iluminación corrió a cargo de Etiqueta Negra.





Finalmente, llegó la hora de las copas, tras la cena, en un momento en el está prohibido bailar. Se pusieron las mismas mesas del cóctel dentro del granero, con música animada, y las copas se sirvieron dentro y fuera. Los invitados estuvieron sentados en todo momento.


Si la nueva normalidad ha venido para quedarse tenéis que saber dos cosas positivas de todo esto:

  1. El cóctel de la nueva normalidad ha resultado ser mejor que el de la anterior. Antes, si el cóctel duraba más de 30 minutos, para muchos se convertía en un auténtico suplicio. Ahora, sentados, puede durar todo lo que los novios quieran, los invitados están encantados de poder probar todos los aperitivos y no tener que hacer colas en las estaciones o perseguir al camarero. Cuando todo esto pase, estoy convencida de que muchos novios seguirán eligiendo la opción de cóctel sentados.

  2. No se puede bailar pero esto no ha hecho que la boda sea menos divertida y también tiene sus ventajas. Antes, la gente más joven se metía en el granero a beber y bailar y la menos joven, aburrida, se iba a sus casas. Ahora no. Al servir las copas fuera los invitados se queda charlando, riendo, recordando anécdotas, perdiéndose por la finca y comentando lo ideal que ha sido la boda. No se pierde el buen ambiente en ningún momento y todos se quedan hasta el final.



Lo importante, al fin y al cabo, es que triunfe el amor sin poner en riesgo la salud.

Mucho ánimo a todos.


La foto de los novios es de Camera Work Estudio.


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